de que
¿DE
QUÉ SOBERANÍA HABLAMOS?
"Si
el interés privado se prefiere al bien general, el noble
sacudimiento de una nación es la fuente más fecunda de todos los
excesos y del trastorno del orden social".
"
…el mejor gobierno, forma y costumbre de una nación es aquel que
hace feliz al mayor número de individuos; y que la mejor forma y
costumbres son aquellas que adopta el mismo número, formando el
mejor concepto de su sistema; igualmente es máxima aprobada, y
discutida por los mejores filósofos y grandes políticos, que las
fortunas agigantadas en pocos individuos, a proporción de lo grande
de un estado, no sólo son perniciosas, sino que sirven de ruina a la
sociedad civil, cuando no solamente con su poder absorben el jugo de
todos los ramos de un estado, sino cuando también en nada remedian
las grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad ".
Mariano
Moreno – Plan de Operaciones
El
gobierno del FDT, encabezado por Alberto Fernández y Cristina
Fernández, ha emitido el decreto 949/20 que, tal como reza la
declaración fundacional del Frente por la Soberanía
Nacional, "propone la continuidad de la política de
entrega de puertos, tareas, astilleros, talleres, dragado,
balizamiento, control de exportaciones y medios, concesionados en
1995 (por el gobierno de Carlos Menem) por un plazo de 25
años".
Más
allá del vergonzoso –y nada casual- ocultamiento de los medios de
comunicación masiva de uno u otro lado de la
famosa "grieta", algunos grupos políticos,
sindicales y sociales se han puesto de pie para tratar de impedirlo;
incluso corrientes afines al oficialismo.
El
inconveniente es que para esos distintos grupos, el concepto de
soberanía es diferente, lo cual hace complicado articular una
política que defienda "la soberanía" así
declamada, a secas, como si fuese una cuestión meramente del derecho
de una nación, Estado o país respecto del resto del mundo, sin
tener en cuenta los intereses de clases al interior de esa nación,
Estado o país.
¿Qué
es la "Soberanía"?
Según
el diccionario, soberanía es: "Autoridad en la que
reside el poder político/Gobierno propio de un pueblo o nación en
oposición al gobierno impuesto por otro pueblo o nación".
Se
nota una contradicción insalvable en esa definición: pues si la
soberanía es la autoridad que reside en el poder político, depende
de quién detente ese poder; es decir, puede ser o no del
pueblo. Para ser más claros, en una monarquía la soberanía reside
en la corona. Entonces… en un país capitalista como Argentina…
¿dónde?
Soberanía..
¿de quién?
El
gran problema al que se enfrentan quienes se proponen dar pelea
contra el decreto 949/20 es creer que "la entrega del Paraná"
está disociada de un proceso que viene desde hace décadas en el
país y que por lo tanto puede abordarse por separado. Se podría
decir que la cuestión viene desde los albores mismos de la
organización nacional y no sería equivocado. Pero para abreviar el
análisis y la argumentación, conviene señalar la cuestión desde
mucho más acá. El punto inicial podría establecerse en el famoso
Rodrigazo del gobierno de Isabel Perón, y con mucha más
contundencia, en la Ley de entidades financieras de José Alfredo
Martínez de Hoz y la Dictadura Genocida (Ley 21.526).
Con
esos dos hitos se terminaron el estado de bienestar que había
instaurado el primer peronismo y el concepto de la patria
productiva, dándole paso a la patria financiera y
a la estructura socioeconómica actual, que ningún
gobierno modificó de raíz desde entonces.
Pero…
¿todos perdieron soberanía en nuestro país, o dentro de la lucha
de clases vernácula hubo vencedores y perdedores?
El
Rodrigazo fue la concreción de la política exigida por el
empresariado argentino, que necesitaba bajar los costos laborales y
cortar el poder de los sindicatos, para incrementar su tasa de
ganancia, ganar en competitividad y relacionarse en mejores
condiciones con el sistema financiero internacional.
La
Dictadura fue fogoneada, apoyada y nutrida por el empresariado y la
oligarquía por los mismos motivos, en el marco del Plan Cóndor y el
avance impiadoso del imperialismo neoliberal.
Desde
entonces, el concepto de Estado fue denostado, vilipendiado,
ensuciado, estigmatizado desde la misma administración del
Estado, para abrirle las puertas a la privatización de las áreas
estratégicas de nuestro suelo y nuestra sociedad, empezando por la
base fundamental: el sistema financiero. Esa fue la plataforma para
lo que vendría después, con el menemismo y el PJ como actores
esenciales de la entrega de todo lo público.
La
soberanía, desde entonces, es la de los dueños del poder económico
casi sin discusión.
Es
por eso que la producción petrolera, minera, agropecuaria, de
energía, industrial, más todos los servicios, acopio, redes de
distribución, peajes, mantenimiento, están en manos privadas, a lo
sumo con alguna participación estatal, todo bajo la égida del
sistema financiero privado y foráneo.
No
es de extrañar que en ese contexto el Paraná haya sido entregado a
los monopolios, tanto de bandera nacional como extranjera.
Ellos son
los que ejercen la soberanía.
Es
por eso que en los ’70, la sociedad argentina tenía índices de
pobreza que rondaban el 3% y del 2,6% de desocupación; la diferencia
entre el 10% más rico y el 10% más pobre era de 12 veces; y hoy
esos índices son del 50% de pobreza, 25% entre desocupación y
subocupación, y la diferencia entre el decil más rico y el más
pobre es de 20 veces. En pocas palabras, se produjo un fenomenal
traslado de riqueza desde los sectores del trabajo hacia los del
poder económico, concentrándola en pocas manos.
Por
eso, en Argentina, el 1% de la población es dueña del 35% del
territorio nacional.
¿Cómo
puede no verse la irracionalidad que significa una sociedad donde
pocos poseen miles, cientos de miles o millones de hectáreas,
mientras millones de seres humanos se hacinan en urbes cada vez más
súperpobladas?
Por
eso, los grandes empresarios se endeudan con el exterior y los
diferentes gobiernos estatizan esas deudas unos, y asumen sus pagos
otros, para que sea el pueblo trabajador el que las pague. Claros
ejemplos son la estatización de la deuda privada durante la
Dictadura, el origen fraudulento de nuestra dependencia actual,
maniobra que fuera denunciada y judicializada por Alejandro Olmos, y
cuyo fallo, emitido en el año 2000 por el Juez Ballesteros, luego de
18 años de investigación, la declaró ilegal y fraudulenta. A pesar
de estar siendo investigada y de ese fallo, antes y después, todos
los gobiernos decidieron "honrar" esa deuda
deshonrosa a todas luces. Ejemplo es también el escandaloso
endeudamiento del macrismo, ilegal por donde se lo vea, que el actual
gobierno ha decidido negociar para pagar, en lugar de mandar al FMI a
cobrarse con las cuentas offshore de Macri, sus funcionarios y todos
los de su clase.
Es
bueno recordar que los capitales fugados del país rondan los 350.000
millones de dólares, una cifra similar a lo que se le reclama como
deuda pública; y no son precisamente obreros los que los han fugado.
Hay
una directa relación entre la propiedad de la tierra, los recursos,
los medios de producción y distribución, los medios de comunicación
y la creciente concentración de la riqueza. Y entre eso y la
estructuración del desarrollo económico de nuestra sociedad.
Son ellos los
que deciden qué hacer con su propiedad, y se
constituyen en grupos de poder institucional para
legalizarlo. Ellos se autoproclaman como "la
Patria" y actúan en consecuencia. Sus intereses son los mismos,
o están asociados, a los de los monopolios transnacionales. Unos
quieren vender lo que consideran suyo y otros llevarse nuestra
riqueza, estableciendo la base del saqueo que sufrimos como pueblo.
Es
por eso que el Paraná tiene puertos, tareas, astilleros,
talleres, dragado, balizamiento, control de exportaciones y medios en
manos privadas. Son las que tienen los mismos intereses que los que
venden y que los que se llevan nuestros recursos. Y los gobiernos lo
legalizan.
Desde
el mismo momento en que los diferentes gobiernos fueron convirtiendo
lo público en privado y sosteniéndolo, lo que era de soberanía
popular pasó a ser soberanía del capital.
Y
mientras eso no cambie, mientras no se toquen los intereses y sobre
todo la propiedad privada del poder concentrado, no sólo
no va a ser posible recuperar la soberanía popular sobre el Paraná,
sino que va a ser imposible recuperar el país para las mayorías
populares.
Así,
el sueño de nuestros próceres de la emancipación, de una patria
liberada, independiente y soberana, después de tanta lucha y tanta
sangre derramada, seguirá sin hacerse realidad.
"Sólo
el pueblo salvará al pueblo".
Manos
a la obra entonces.
Gustavo
Robles
6-6-2021